martes, 3 de septiembre de 2013

En primera persona: Fusil

                                                  F U S I L



                Estarán de acuerdo conmigo si les digo que este país, en los últimos años,  se ha llenado de rotondas y de "centros de interpretación". Estos centros "interpretan" cualquier tontería que se le ocurre al alcalde de turno para captar turistas: unas cuantas piedras supuestamente histórico-arqueológicas, los extraños lagartos de un insólito paraje, la minería del pueblo de la que no queda ni rastro, el molino de agua del tío Fulanito con datos documentales en el Neolítico...  A veces, recordando a McLuhan, ya saben, el que dijo aquello de "el mensaje es el medio", pienso que el centro de interpretación se interpreta a sí mismo porque no hay nada que interpretar. Pensando mal, se tiene la sensación de que aquello está allí para que unos cuantos listillos se lleven un dinerito a casa.

              Hace unos días, viajando sin rumbo fijo por ahí, al salir de una rotonda me topé con un cartel gigantesco  que anunciaba la inminente llegada a un Centro de interpretación del fusil. Pensé que aquello era el colmo de la estulticia, pero por curiosidad, detuve el coche y entré. El edificio, situado en medio del campo, era de lujo: construcción ultramoderna, materiales caros, mobiliario de diseño y una climatización para albergar pingüinos.
Tres azafatas me recibieron muy amables en el vestíbulo desierto; yo era el único visitante. Pasamos a una sala anexa donde se exponía el objeto que había dado lugar a todo aquel despilfarro. Una vitrina de metacrilato encerraba un fusil apoyado en dos soportes para su correcta "visualización". Me aproximé y me quedé estupefacto: el fusil era un CETME, utilizado por el ejército español hasta hace solo unos años. Dos paneles en la pared del fondo explicaban la historia de la fabricación y su funcionamiento. En un video que ofrecía un televisor de plasma de última generación, un tipo montaba y desmontaba el arma incesantemente.

                   Es una copia, dijo una de las azafatas señalando la vitrina, el original está en restauración.










           Julián García Arias: En primera persona

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