G
R A N V Í A
Camino por la calle de una gran
ciudad. La calle es muy conocida y la ciudad es la capital del estado. Me cruzo
con cientos, miles de personas desconocidas. Las aceras van atestadas, llenas
de gente. ¿Qué probabilidades hay de que encuentre y reconozca a alguno de esos
rostros en otro lugar, en otro tiempo? ¿Te
reconocería a ti, chico con mochila que has tropezado conmigo y has
pedido perdón esbozando una sonrisa? No hago nada en la ciudad, solo paseo y
observo. Subo y bajo las aceras concurridas. Llevo así meses, intentado
reconocer a alguien visto con anterioridad. Siempre en la misma calle famosa.
Es un simple capricho que me ocupa y entretiene gran parte del día.
Hoy he tropezado con él. Como
siempre va muy despistado y no me ha reconocido. Le pedí perdón y emitió un
suspiro de cansancio. Es un tipo que me cae bien. No sé que hace en Madrid,
lleva meses alojado en el hotel. Todas las noches le doy la llave de su
habitación y mira como si yo fuera un conserje distinto cada vez. Mantuvimos
una conversación breve cuando llegó, se interesaba por un libro de Filosofía
que leía y subrayaba en recepción. Heidegger, dijo, eso es un peso pesado. ¿Te
interesa la Filosofía ?
Me interesa, contesté, estudio Filosofía. ¡Ah!, exclamó, no sé si sabrás que
por mucho que estudies jamás comprenderás el mundo. Dio las buenas noches y se
dirigió al ascensor.
Julián García Arias: En primera persona
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